Categorías
La ciencia y la fe

CIENCIA Y FE

Algunas personas opinan que para tener una mentalidad científica hay que rechazar la fe, en tanto que otras suponen que para encender el interruptor de la fe hay que apagar el de la razón. Muchos científicos opinan que se puede ser científico y creyente al mismo tiempo. He aquí un muestrario de algunas proposiciones que se han dicho sobre las relaciones entre la fe y la ciencia.


La ciencia sólo puede hablar de cómo actúa la materia. No puede decir nada de teología, de ética, de arte, de derechos y deberes, de relaciones humanas. No puede hablar de lo que no puede comprobar con un experimento. Ni siquiera puede decir por qué existe el universo ni si éste y la vida humana tienen sentido. Por su parte, la fe no dice nada de cómo actúa la materia ni de si el universo es o fue caliente o frío; sólo habla del plan de Dios para nosotros. Por eso, es imposible el conflicto si cada modo de conocer se mantiene en su campo y su metodología. Muchos científicos han sido y son creyentes. Yo hice mi tesis doctoral con el Dr. Cowan, descubridor del neutrino (con Reines), hombre sinceramente católico y practicante. Si quieren saber lo que la Iglesia enseña al respecto, lean la encíclica Fe y razón de Juan Pablo II. Ciencia y fe no se oponen, se complementan. 

 

  • Manuel Carreira S.J. Doctor en física, filósofo y teólogo, miembro del Observatorio Astronómico del Vaticano, profesor de la Carroll University, de Cleveland, Estados Unidos de América, y de la Universidad de Comillas, España.

 

En esta era moderna, de cosmología, evolución y genoma humano, ¿existe aún la posibilidad de encontrar una armonía plenamente satisfactoria entre las concepciones científica y espiritual del mundo? Yo respondo con un sonoro: ¡sí! En mi opinión no existe ningún conflicto entre ser un científico riguroso y una persona que cree en un Dios que tiene interés particular en cada uno de nosotros. El dominio de la ciencia es explorar la naturaleza. El dominio de Dios es el mundo espiritual, un reino que no se puede explorar con las herramientas y el lenguaje de la ciencia. Se debe examinar con el corazón, la mente y el alma —y la mente debe encontrar un modo de abrazar ambos reinos—. (Collins, 2009).

 

  • Francis S. Collins. Médico genetista, dirigió el Instituto Nacional del Genoma Humano, es pionero de las investigaciones sobre el mapa genómico.

 

En resumen: no hay razones para entrar en conflicto entre tener fe y creer en lo que dice la ciencia.

 

 

Referencias

 

Collins, F. S. (2009). ¿Cómo habla Dios? La evidencia científica de la fe [5ª ed.]. Madrid, España: Temas de Hoy.

 

Categorías
La ciencia y la fe

NI ESCÉPTICO, NI CRÉDULO… 7 RASGOS DE LA FE.

A todos nos gustan las relaciones: de pareja, de amigos, de familia, etc. En las relaciones humanas damos pasos de fe todo el tiempo: creemos en lo que nos dicen las personas a las que amamos y actuamos con base en eso, por ejemplo, si un amigo muy querido nos dice que visitó una ciudad que no conocemos y nos cuenta con emoción todos los detalles, nuestra primera reacción es creerle sin necesidad de que nos muestre evidencias, nos basta el cariño. Por otro lado, cuando una relación es débil o está rota es muy difícil confiar en alguien.

 

Vivimos en una época en la que hay una tremenda crisis de confianza: en medio de un océano de mensajes, que a veces son contradictorios, necesitamos saber en qué o en quién depositar nuestra confianza. Dicen por ahí que los extremos son viciosos y, en este sentido, valdría la pena huir de dos caminos extremos frecuentes: aceptar sólo lo que podemos verificar empírica y racionalmente (escepticismo), porque entonces dejaríamos de tener una vida humana; y el otro extremo, es creer todo (credulidad), porque podríamos vivir siempre en la ilusión y la mentira.

 

En el caso de la fe en Dios pasa lo mismo. Nadie nos puede obligar a creer en un Dios con quien no hemos establecido primero una relación. El camino de la fe se diferencia de estos dos extremos, pues se trata de aceptar libremente que Dios se ha revelado, es decir, que ha dicho cosas sobre sí mismo, sobre el mundo y sobre quiénes somos para Él; y a la vez, creerle y adherirnos con confianza a su persona. Esta relación de confianza en Dios y en su Palabra, es lo que nos proporcionará un mayor grado de felicidad que cualquier otra relación humana.

 

En resumen… ¿qué es la fe?

 

La fe es saber y confiar, y de acuerdo con el Catecismo Juvenil de la Iglesia Católica YOUCAT (Conferencia Episcopal, 2015), tiene siete rasgos:

 

  1. La fe es un puro don de Dios, que recibimos, si lo pedimos ardientemente. 
  2. La fe es la fuerza sobrenatural que nos es necesaria para obtener la salvación. 
  3. La fe exige la voluntad libre y el entendimiento lúcido del hombre cuando acepta la invitación divina. 
  4. La fe es absolutamente cierta, porque tiene la garantía de Jesús. 
  5. La fe es incompleta mientras no sea efectiva en el amor. 
  6. La fe aumenta si escuchamos con más atención la voz de Dios y mediante la oración estamos en un intercambio vivo con él. 
  7. La fe nos permite ya ahora gustar por adelantado la alegría del cielo. 

 

Probablemente ya conoces los caminos extremos, el del crédulo y el del escéptico. Ahora te invitamos a conocer más tu fe y a empezar un camino hacia esta fe que transforma la vida y la hace plena.

 

 

Referencias

 

Conferencia Episcopal de Austria (2015). YOUCAT, Catecismo Juvenil de la Iglesia Católica [12ª ed.]. Austria: Autor.

Categorías
La ciencia y la fe

EL CUERPO Y EL ALMA

Para la mentalidad popular el alma o el espíritu es una cosa que el cuerpo lleva y trae como si fuera su simple vehículo. En las películas y en las series de televisión se suele representar al espíritu como un vapor que tiene la silueta y a veces hasta la ropa de la persona que muere. Por el contrario, la filosofía occidental más avanzada, junto con la tradición judeocristiana, subraya la unicidad y la unidad del ser humano; así, las implicaciones de esta idea es la profunda valoración de la persona humana en su integridad: cuerpo y alma.


Para Aristóteles el ser humano es una unidad sustancial de cuerpo y alma. Sin cuerpo humano no hay alma humana y sin alma humana no hay cuerpo humano que viva; es decir, para Aristóteles no existen los fantasmas. Esta opinión es recogida por Tomás de Aquino, a la cual le añade que un alma humana sin cuerpo humano es imperfecta; y en ese caso, la resurrección de los muertos en la que creemos los cristianos implica que el cuerpo y el alma estén unidos de nuevo de alguna forma. Por eso es insuficiente (e incluso incorrecto) decir que tengo un cuerpo, lo correcto sería decir soy corporal.


Para Platón el cuerpo es una realidad negativa, un impedimento para que el alma contemple las ideas eternas, de ahí su famosa frase: “el cuerpo es la cárcel/tumba del alma”. Esta idea se infiltró en algunos pensadores y líderes cristianos de la Edad Media, en algunas ocasiones se llegó a despreciar el cuerpo como sede de lo pecaminoso. Sin embargo, actualmente ya la teología y la filosofía cristiana aceptan la opinión de Platón (de hecho nunca se aceptó oficialmente). Como dijo alguna vez el teólogo B. Häring: “El cuerpo es, pues, para el alma, o compañero de esclavitud o compañero de libertad que le presta inapreciables servicios. Esto tiene su razón de ser en la profunda unidad que une esencialmente al alma con el cuerpo”.