Julio de la Vega-Hazas define secta como “un grupo autónomo estructurado sobre un sucedáneo de religión que tiene su origen en la doctrina de un visionario” (2001). En esta definición caben las sectas religiosas, las de tipo político y las que hoy tienen tanto auge: las del potencial humano.
Desde una perspectiva teológica cristiana, una secta es un grupo autónomo, que interpreta de forma arbitraria, parcial y polarizada algún punto de la tradición oral y/o escrita (La Biblia) y que pretende explicar, corregir o completar (por escrito o de viva voz) esa misma tradición. Con esta definición se puede entender por qué el cristianismo histórico considera como secta a los Testigos de Jehová y a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (mormones), por ejemplo.
Cada grupo sectario tiene sus características particulares, pero hay algo que los une: la forma en la que se relaciona el líder con los adeptos y su capacidad adictiva. Es decir, lo que hace a una secta no es la doctrina en sí, sino una determinada manera de tratar a la persona. En las religiones no sectarias la persona humana es tratada como un fin en sí misma, por ser imagen de Dios; pero en las religiones sectarias la persona termina siendo un medio para los fines de la secta y sus líderes. Si hay religiones personalistas y transpersonalistas, los grupos sectarios pueden ser considerados grupos antipersonalistas y despersonalizantes.
Hay seis características que están presentes en todos los grupos sectarios, según César Vidal Manzanares (1995), y que nos pueden ayudar a identificar a un grupo sectario cuando se nos invita a cursos de superación personal, a formar parte de grupos de ventas por catálogo o a un simple estudio de la Biblia, si se presenta cada una de estas características se puede comenzar a sospechar del grupo:
- Estructura piramidal.El líder o el grupo de líderes son la única autoridad y después de él o ellos todos son considerados inferiores en autoridad dentro del grupo.
- Sumisión incondicional a los dirigentes.El mayor “pecado” en un entorno sectario es dudar de la doctrina y/o de los líderes.
- Anulación de la crítica interna.Si existen dudas acerca del grupo se culpa al adepto y se le mantiene bajo presión para anular cualquier crítica.
- Persecución de objetivos económicos y/o políticos enmascarados bajo una ideología de tipo filosófico o religioso.Los grupos sectarios no necesariamente tienen que ver con la religión, los hay relacionados con las ventas y con cursos de superación personal o de Cuando te encuentras con una persona involucrada en un grupo sectario le vas a notar dos obsesiones o manías: reunir fondos y reclutar personas.
- Instrumentalización de los adeptos en orden a obtener los fines de la secta.Esto es lo más preocupante, el que ciertos grupos vean a la persona no como un medio sino como un fin, vale por lo que puede aportar al grupo, no porque sea valiosa y digna en sí.
- Ausencia de control de una autoridad superior sobre la secta.Bajo el pretexto de que los líderes sólo obedecen a la divinidad, muchas veces esquivan cualquier control externo de la autoridad y en muchos casos hacen caso omiso de las leyes si esto favorece al grupo. (pp. 11-15).
Para no ser alarmistas, debemos tomar en cuenta lo que algunos autores opinan: que el sectarismo es más bien una actitud o incluso una patología de la propia persona, patología que potencializa el nacimiento de los entornos sectarios. Es una patología similar a la de una persona que sufre de abuso por parte de su cónyuge y aun así sigue con él. No toda la culpa es de los grupos sectarios, en parte hay responsabilidad de la familia y de la propia persona.
Cuando la persona se encuentra en estas fronteras peligrosas del mundo sectario es cuando deja de ser un fin y se convierte en un medio, como ya se mencionó, lo importante son los fines de los líderes o grupo de líderes. La persona corre peligro aquí, ya que el ambiente de un grupo sectario es despersonalizante, pues se trata a la persona únicamente como un módulo funcional intercambiable, una pieza de recambio.
La misma trascendencia o Dios es tratado como un medio en los grupos sectarios. Los libros sagrados o los rituales religiosos son utilizados como un medio para alcanzar los fines del grupo sectario; en esto, dichos grupos se parecen a la magia, que es de hecho un intento de despersonalizar a Dios o lo sagrado y utilizarlo como mejor le place a uno, y si se cree que Dios no funciona —lo cual es cierto porque Dios es una persona y no una cosa— se acude a otros “dioses”, como la santa muerte o los maestros ascendidos.
Referencias
De la Vega-Hazas, J. (2001). Las sectas en el panorama religioso de hoy. Revista Palabra, (447-448).
Vidal, C. (1995). El desafío de las sectas. Madrid, España: Editorial San Pablo.