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De vivir la fe

LOS CATÓLICOS QUE SE CREEN MÁS.

“Qué oso andar en transporte público donde la gente huele mal, como que uno no se puede sentar cómodo; neta, no sé cómo le hacen y así sin aire acondicionado ni nada, ¿ya sabes? Yo mejor llamo a mi chofer esperando que me traigan la suburban, no uno de los coches viejos”.

Cada quien, en su mente, le habrá puesto al anterior enunciado el acento fresa que corresponde y se habrá molestado de sólo pensar en esas personas que tienen estas actitudes con los demás, a todas luces pedantes y prepotentes.

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Conocer la fe

¿CUMPLIR POR CUMPLIR?

¿Has estado alguna vez enamorado? Mejor aún… ¿Ha estado alguien enamorado de ti?

 Si asientes a cualquiera de las dos preguntas, habrás sentido lo que es tener la confianza en otra persona al punto de casi no necesitar nada, para seguir a esa persona a donde vaya. Confiar en que la persona que te ama quiere siempre lo mejor para ti, hará que el corazón no escatime esfuerzos para seguir aquello que el otro te sugiere, porque sabes que es lo mejor.

 

Si tu esposo, esposa, novio o novia te recomienda, por ejemplo, una receta de un platillo delicioso que probó, sin duda la seguirás al pie de la letra por la confianza que le tienes. O si en cambio, tu mamá te habla de valores importantes para la vida, también porque sabes que siempre quiere lo mejor para ti, confías, le crees y sigues sus indicaciones, aunque a veces no sea lo más cómodo de seguir, incluso, como nos ha pasado a muchos en la adolescencia, reniegas de esas órdenes.

 

Así pues, cuanto más amado te sabes, más confías en aquello que quien te ama busca para ti. Hay todavía otra variable. Aunque un ser humano te ame inmensamente, tiene un margen de error por el solo hecho de ser humano. Sin embargo, Dios es un papá, es la verdad misma y no se equivoca… y lo mejor, te ama como nadie más puede amarte. Así que, cumpliendo con estas dos condiciones, ¿qué razones tendríamos para no creerle lo que nos indica que es mejor para nuestra vida? Dice la Segunda Carta de San Pablo a Timoteo: “Yo sé en quién tengo puesta mi fe” (2Tm 1,12).

 

Los mandamientos, que con frecuencia hemos visto como una lista de restricciones, se convierten bajo esta visión en el GPS para una vida plenamente feliz, un mapa dibujado por quien más sabe y mejor te ama de todo el universo. Aquel que ha dado su vida por ti en una cruz, renueva la certeza de que vivir así, no sólo te hará feliz a ti, sino que será también la felicidad de Él, y el mayor bien para los que te rodean.

 

Jesús no te pide cumplir por cumplir, como muchas veces creemos. Jesús nos pide que nos dejemos amar, que nos dejemos encontrar por un amor que sobrepasa todo, que nos dejemos mirar a los ojos por Él para que nos diga que sólo quiere nuestra felicidad. De esta mirada es que se nos antoja seguirle y obedecerle por amor. De una mirada que te comprende, te acoge y te enseña a amar más y mejor, es que la vida se va transformando en una vida como la de Cristo, que pasando por la cruz del día a día, encuentra el gozo y la alegría de dar todo por los demás.

 

San Agustín decía en sus Confesiones (10, 20, 29): “¿Cómo es, Señor, que yo te busco? Porque al buscarte, Dios mío, busco la vida feliz, haz que te busque para que viva mi alma, porque mi cuerpo vive de mi alma y mi alma vive de ti” (La Santa Sede, 2020).

 

 

 

Referencias 

La Santa Sede [sitio web] (2020). Catecismo de la Iglesia Católica (en línea). Disponible en http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p3s1c1a2_sp.html

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¿Y SI ES PALABRA DE DIOS?

La historia que tiene la Biblia detrás para ser lo que hoy en día es, realmente es emocionante y suscita a veces entre la gente incertidumbre sobre si ha sido cambiada, si realmente es la palabra de Dios y en qué consiste que sea inspirada por el Espíritu Santo.

 

Como ya se dijo en otro post, hay quienes piensan que Jesús es sólo un símbolo de lo bueno y otros suponen que creer en su existencia no es asunto de fe, sino de testimonio histórico. No obstante, para confesar que Jesús es Hijo de Dios o Dios hecho hombre, sí se necesita un acto de fe.

 

Para Laín creer en la existencia de Jesús no requiere estrictamente de una religión, pues se trata de “una certidumbre de carácter histórico, una convicción impuesta por testimonios y argumentos enteramente fiables” (Aguiló, 2013, p. 131).

 

Además de lo que está escrito en la Biblia sobre Jesús, hay suficientes evidencias de su existencia y de lo que hicieron sus primeros seguidores en los escritos de varios historiados antiguos, como Flavio Josefo, Tácito, Plinio el Joven o Suetonio, por lo que podemos estar ciertos de la existencia de Jesús y ningún historiador se atrevería a dudar y negar la fuerza de las evidencias de las fuentes paganas, judías y cristianas que avalan que Jesús existió.

 

En el recorrido que han hecho los evangelios por sus tres etapas, empezando con las enseñanzas de Jesús, siguiendo con la predicación de los apóstoles y terminando en textos escritos por los evangelistas, han tenido tropiezos, aventuras, traducciones y contradictores. Pero la experiencia que podemos tener quienes nos acercamos a ellos, es que es de verdad la palabra de Dios, que aviva nuestro corazón y lo acerca a Él.

 

No en vano el Papa Francisco instituyó el Domingo de la Palabra de Dios a través de la carta apostólica , cuyo significado es les abrió el entendimiento. En esta carta comenta el Santo Padre:

 

Cuando uno se detiene a meditar y rezar sobre el texto sagrado, entonces se puede hablar con el corazón para alcanzar los corazones de las personas que escuchan, expresando lo esencial con vistas a que se comprenda y dé fruto. Que nunca nos cansemos de dedicar tiempo y oración a la Sagrada Escritura, para que sea acogida “no como palabra humana, sino, cual es en verdad, como Palabra de Dios” (1 Ts 2,13). (S.S. Francisco, 2019).

 

Hagamos más cercana nuestra relación con la Sagrada Escritura, lancémonos a conocerla más y a hacerla parte de nuestra vida, que con seguridad estrechará nuestra relación con Dios y nos llevará a reencontrarnos con la certeza de un Dios que nos quiere plenamente felices.

 

 

Referencias

 

Aguiló, A. (2013). ¿Es razonable ser creyente?: 50 cuestiones actuales en torno a la fe [5ª ed.]. Madrid, España: Ediciones Palabra.

S.S. Francisco (2019). Carta apostólica en forma de «motu proprio» del Santo Padre Francisco Aperuit illis, con la que se instituye el Domingo de la Palabra de Dios (en línea). Sitio web La Santa Sede. Disponible en http://www.vatican.va/content/francesco/es/motu_proprio/documents/papa-francesco-motu-proprio-20190930_aperuit-illis.html